
Esta mañana, 2 de mayo, se montó la chimenea en el tejado de la Capilla Sixtina del Vaticano, en preparación para el inicio del Cónclave, previsto para el miércoles 7 de mayo. Es desde esa chimenea que, en los próximos días, el mundo esperará la tan esperada señal: la fumata blanca.
La chimenea, conectada a dos estufas del interior de la Capilla, es el punto de donde sale el humo: el negro (cuando aún no ha sido elegido el Papa) y el blanco (cuando ha tenido lugar la elección). Los humos se obtienen quemando las papeletas votadas por los cardenales, con la adición de productos químicos para aclarar o oscurecer el color. El rito tiene raíces antiguas: el primer Cónclave, en la forma que conocemos hoy, se remonta a 1274, instituido por el Papa Gregorio X.
Pero fue en 1878, durante la elección de León XIII, cuando la “fumata” se utilizó por primera vez como señal pública.